La Reina de la Noche: Siouxsie


La Reina de la Noche: Siouxsie

Por Diego Villa Caballero


Desde los días del ocaso del Imperio Romano han existido tres periodos de la historia occidental en los cuales el paganismo ha irrumpido con fuerza para reclamar el lugar que le corresponde en la continuidad de la civilización: el primero fue en el Renacimiento, el segundo en el movimiento artístico conocido como Romanticismo y el tercero con la aparición del rock del cual Siouxsie Sioux es una de sus “sacerdotisas” más notables. Mi adoración por Susan Ballion (Siouxsie) fue instantánea y permanente, todo comenzó el año 2000 cuando estaba cerca de terminar mis estudios de bachillerato, en aquel entonces Colombia aún luchaba por sacarse de encima la crisis económica que la había asolado a finales de los 90, la sociedad seguía bailando cómodamente al ritmo de los convencionalismos que se le marcaban al buen ciudadano de clase media seguidor de la religión católica, los productos de la cultura colombiana permanecían complacientemente estancados en el costumbrismo de nuestros orígenes campesinos, había en el aire una mezcla entre desdén y feroz resistencia a lo nuevo y lo extranjero; además de una falta de voluntad para generar algún movimiento nuevo y significativo tanto en las artes plásticas, la música y la literatura que llevara culturalmente al país a algún lugar relevante; a esa precariedad creativa se sumaban a mí persona las turbulencias emocionales propias de la adolescencia y el ser objeto del matoneo más despiadado, lo que me llevó a construir un fecundo e intrincado mundo interior y que serviría de contrapeso para todo lo que estaba ocurriendo en el exterior.

Siouxsie por Pierre et Gilles.

Sin embargo la estrategia de defensa frente a ese opresivo entorno había comenzado antes, tres años atrás me había refugiado en la poesía y la mitología pero también en lo más opuesto a lo que ofrecía la cultura colombiana, el rock; que por aquel entonces lanzaba un tormentoso canto de cisne en la voz del genial e icónico mártir grunge Kurt Cobain. También había coqueteado superficialmente con el hard rock y el heavy metal escuchando a Metallica y Iron Maiden, esto gracias a los medios de esa época que aún entendían correctamente lo que era consagrarse a un género musical y respetar la multiplicidad entre ellos, hablo del canal MTV y la emisoras colombianas UN RadioRadioacktiva. Aunque el momento clave vendría en el año 1999 cuando transfirieron a un joven de 16 años del Gimnasio Británico (uno de los colegios bilingües más prestigiosos del momento) a nuestra institución y a quien me referiré solo por su apellido, Vera. Cuando hablé con él me impresionaron enormemente sus maneras, su forma de hablar pausada y elegante, ocasionalmente usaba palabras que yo no conocía y que hacían parte de complejas disertaciones filosóficas. Si recuerdo bien, para ese momento él ya había leído gran parte de la obra de Platón, Nietzsche, Shakespeare y la de los existencialistas; por todo esto Vera aparentaba ser mayor y comencé a verlo como un hermano mayor y un guía. Por él conocí y comencé a leer a Nietzsche, Baudelaire, Huxley y algunas obras de literatura gótica pero lo más importante, también me acercó a los grandes exponentes del rock británico Depeche Mode, Joy Division, David Bowie, New Order y por supuesto The Cure, quienes naturalmente me llevarían a conocer Siouxsie.



Durante ese tiempo, leyendo una biografía de Robert Smith en la revista Shock supe que había sido integrante de la banda Siouxsie and the Banshees, cuyo nombre me causó curiosidad y a la vez me sonaba familiar pero sin saber porqué, así que me dirigí a la tienda Tower Records en Bogotá y encontré varios discos de la banda y al no saber mucho de ellos decidí que el primero que escucharía sería el único compilado disponible Twice Upon a Time, sin aviso sentí como un conjunto de cuerdas se abría paso vigorosamente en mi al igual que un cuchillo pasa por la carne, sonidos de teclado caían como gotas de lluvia y finalmente una voz oscura que emergía de la tierra alzaba vuelo para ocupar el firmamento, se trataba del sencillo Fireworks. Mi mente había cedido el control a aquello que oía y con el pulso acelerado escuché todas las canciones hasta el final, el álbum terminaba con la balada gótica Face to Face soundtrack de Batman Returns (recordé de donde me era familiar la banda y donde la había escuchado por primera vez). Usé todo el dinero de mi mesada y compré el disco ese mismo día, con el tiempo reuní algunos otros los discos que Tower tenía y me volví devoto de sus sonidos envolventes repletos de sofocantes reverberaciones que evocaban rituales de magia negra, de los grandiosos arreglos orquestales que acompañaban sueños fantasmales de frialdad etérea, del poder telúrico del baterista Budgie y de las letras de Steven Severin las cuales transitan entre las imágenes de la poesía maldita y el surrealismo.




En las tiendas underground del centro bogotano encontré dos colecciones de los vídeo-clips del grupo y llegó otra revelación, lo único que causaría un impacto similar al que produjo la música sería conocer con más detalle el rostro de aquella voz: unos ojos color azul invernal atrapados en una fusión del maquillaje egipcio con el del teatro kabuki, una boca siempre encendida de carmín, pelo erizado como melena de Gorgona y una palidez lunar formaban un rostro que revivía la misteriosa sensualidad de las grandes estrellas del cine mudo y la era dorada de Hollywood como Theda Bara, Louise Brooks, Pola NegriElizabeth Taylor pero con una elegancia felina particular. Siouxsie había llevado al siglo XX la peligrosa y serpentina vampiresa del Simbolismo pictórico que tuvo su antecedente más inmediato en las voluptuosas bellezas bermellón de Dante Gabriel Rossetti pero que tiene su origen en las tenebrosas y fatales diosas terrenales del antiquísimo mundo pagano. Era definitivo Siouxsie & the Banshees se había vuelto mi banda de rock favorita en aquel entonces, por su sonido dramático de mayor intensidad y vitalidad que el que había escuchado en The Cure y por una teatralidad que era claramente heredera de la monumental y exquisita extravagancia de Bowie pero empujada hacia regiones más sombrías y sobrenaturales.

Franz Von Stuck - Die Sünde (1893)


Steven Severin, Siouxsie y Budgie
Siouxsie & The Banshees (1992)

A pesar de su penetrante voz de sirena, de una popularidad magnética que en algunos momentos alcanzó los matices de la idolatría y un estilo que brindaba al rock una refrescante ritualidad dionisiaca, el Reino Unido no glorificó a Siouxsie como su máxima diva roquera; prefiriendo en su lugar a Annie Lennox. La cantante del popular dúo Eurythmicses sin duda una artista virtuosa y revolucionaria que elevó el rol de la mujer en la música a alturas nunca antes conocidas a través de los avasalladores colores de su voz y de un estilismo desafiante para la femineidad convencional de décadas anteriores a los años 80. Poseedora de superioridad técnica que siempre estuvo por encima de Siouxsie (hecho que fue ratificado con los años), si bien dominaba un tipo canto de proporciones colosales Lennox pocas veces asumió grandes riesgos en sus interpretaciones, mientras que la reina de la oscuridad saltaba temerariamente de un abismo a otro con resultados sorprendentes; como las modulaciones guturales de una posesión diabólica en Voodoo Dolly, las supremas acrobacias de su vibrato en Dazzle y Candyman, el desproporcionado heroísmo vocal de atreverse a medir sus fuerzas contra los aplastantes conjuntos de cuerdas de Fireworks y Overground (en la versión del EP The Thorn), las exuberantes exclamaciones vaudeville de Peek-A-Boo o su semioperático final en la elegía Rhapsody. Su voz logró un flujo incontenible de sensaciones e instintos que era expansivo pero al mismo tiempo deliciosamente preciso.
  
Annie Lennox

Dos personalidades opuestas, por un lado tenemos a Annie Lennox quien se presentaba cerebral y marmórea; casi celestial al punto de fundir lo masculino y lo femenino en una androginia que tiene ecos de la influencia de David Bowie. Llevando una imagen más adecuada a un estilo de vida citadino,  mesurado, funcional, progresista y sin resonancias espirituales; una figura femenina más acorde con la nueva mujer creada por las sociedades postindustriales de consumo. Siouxsie por el contrario mostraba en ella a criatura antigua de feminidad exagerada, mortífera, fastuosa y nocturna. Nada en ella sugería de ambigüedad sexual; era la oscuridad de la fantasía primitiva, la sexualidad carnívora de un ser sobrenatural, una rosa ensangrentada, el fruto de la belladona mezclado el dulzor intoxicante de la absenta. Una quimera mercurial capaz de transportarnos al reino nebuloso de los sueños y que tomó temporalmente la misma antorcha mística, la luz del alma del rock, que estuvo en las manos de Jim Morrison y que hasta nuestros días no ha vuelto a ser encendida.




La relación con los medios y el entorno también difirió enormemente entre las dos, Lennox siempre ha sido comunicativa y despreocupada en expresar sus ideas sobre casi cualquier tema y frecuentemente ha estado a tono con las corrientes sociopolíticas dominantes del momento estando muy cerca de lo políticamente correcto y sus tropiezos han sido esporádicos y saldados rápidamente, como por ejemplo la controversia que generó el lanzamiento del sencillo Love is a Stranger; Siouxsie por el contrario ha sido lacónica, al igual que las divas de antaño expresa más con su silencio o con una mirada que con palabras, sus opiniones son escuetas o ácidas ademas, y no es raro que pase de lo imperturbable a lo irascible en un parpadeo.  Numerosas son las evidencias de los encontrones y malos entendidos que tuvo con la prensa y ejecutivos disqueros, esto último constituyó la razón principal por la cual los Banshees tardaron en encontrar una casa disquera en la cual pudieran estabilizar su carrera. Quienes por cierto siempre prefirieron sacrificar el éxito comercial para ganar libertad creativa y que sin embargo junto a su vocalista alcanzaron su punto más alto de popularidad entre 1980 y 1986, pero para ese momento la explosión de furia punk que puso a Siouxsie en escena había tenido más de un lustro para enfriarse e ir mutando en sonidos mas gélidos e íntimos que más tarde recibirían caprichosamente el adjetivo de gótico. 

 


Durante el comienzo de los años 90 el grupo transó en seguir tendencias musicales más populares y comenzaba a sentirse inconsistente, aunque nunca ofrecieron trabajos defectuosos, en 1996 se separan después de 20 años de viaje. Después de la separación de su banda Siouxsie realizó algunos lanzamientos del proyecto paralelo con su esposo Budgie, The Creatures, un concierto de reunión en 2003, algunas colaboraciones y temas para series de TV. En el 2007 Siouxsie anunció un prometedor regreso de la mano de Mantaray, un álbum de solista con una producción impecable y varias composiciones brillantes que van desde el rock industrial, la música cinematográfica, lo atmosférico e incluso arroja guiños de su pasado más lejano; sin embargo la riqueza sonora se acorta en la segunda mitad del álbum, la cual resulta un poco plana en relación con la primera. Aunque el disco mantiene una identidad original y coherente, algo muy difícil de encontrar en los trabajos musicales producidos en este siglo dentro de lo que podemos llamar música independiente o indie, el producto fue demasiado sofisticado para los pobres estándares que predominan en el limitado gusto del público de estos tiempos, el cual exige cada día más literalidad y trivialidad, rasgos que incluso predominan dentro del público roquero; por lo que en su momento este trabajo pasó sin pena ni gloria, posiblemente en el futuro logre reivindicarse como clásico en caso de aparecer una nueva audiencia más cultivada.




Sin importar la situación actual la influencia de Siouxsie a través de múltiples generaciones es indiscutible, de las muchas mujeres que la copiaron descaradamente muy pocas tuvieron algún éxito significativo; en cambio quienes solo la tomaron como punto de partida desarrollaron una carrera estelar importante, el mejor y más conocido caso el de Shirley Manson de Garbage. Debe mencionarse también que a excepción de Olvido Gara (Alaska), el mundo musical hispanoamericano y su público se han negado a impulsar a una figura equivalente y los pocos artistas hispanoamericanos que han bebido de la influencia de Siouxsie se han quedado rezagados en la periferia del underground, destinados a ser conocidos solo por una ínfima minoría.   

Alaska

Shirley Manson
   
Casi doce años han pasado desde la primera vez que escribí sobre Siouxsie (en los días de Mantaray) para el portal de subcultura gótica argentina Gothic BA. Cuando lo hice mi entusiasmo juvenil y no mi juicio objetivo me llevaron a pronosticar que “la reina Banshee conquistaría el mundo otra vez” pero el paso de los años probó que estaba en un error, el álbum no tuvo la fuerza suficiente para devolverle a la Hécate del rock el puesto que había ocupado décadas atrás, sin embargo en la historia del rock su legado quedará como gran fuente de inspiración para aquellos que tengan el ardiente impulso de escapar de las decorosas, cuadriculadas y claustrofóbicas comodidades que ofrece la vida cotidiana para sumergirse a través de la música en los maravillosos paraísos que crean los ocultos lugares de nuestra mente.   






 © Copyright de texto de la reseña 28 de mayo 2019 Diego Villa Caballero, Desde las Hespérides Blog. 

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