Fanáticos e iconoclastas del siglo XXI (Opinión)


«Hay una mente común a todos los hombres.
 La historia es el registro de las investigaciones efectuadas por esa mente. 
Su genio está representado por la serie de completa de los días pasados, y solo podemos explicarnos al hombre por el conocimiento de su historia completa»

Ralph Waldo Emerson, La Historia. 

Por Diego Villa. 

Es bien sabido que el hombre contemporáneo solo tiene repulsión (o indiferencia en el mejor de los casos) por el pasado, por lo que fuimos, por nuestros antepasados, por la tradición y por el lugar al que hemos llegado después de la larga sucesión de adversidades contradicciones, intercambios y confrontaciones que hemos experimentado entre nosotros durante nuestro tiempo en la tierra. Cuando acepta el pasado solo lo hace de forma parcial y editada, con el fin de robustecer ilusoriamente vacuos programas académicos en “prestigiosas” universidades o cuestionables y coercitivas políticas públicas. Sin embargo esta actitud llega a proporciones catastróficas e intolerables con el vandalismo perpetuado a los monumentos históricos, que para pesar de algunos son los referentes visuales más significativos del acervo cultural de los pueblos.


Los bárbaros de hoy con sus fetiches "anarquistas" y "revolucionarios " andan en una campaña sistemática de agresión a figuras del pasado que a sus criterios (completamente particulares y subjetivos) se consideran indignas; es demencial ver a BLM vandalizar la estatua londinense de Abraham Lincoln (quien pasó a la historia como un hombre que defendió y promovió con gran vehemencia la abolición de la esclavitud hasta que esta fue una realidad). En la desajustada percepción de estos activistas de quinta, escribir los nombres de unos fulanos y el de George Floyd al lado del de Lincoln de alguna manera los hace trascendentales históricamente e incluso superiores a él, que pueril y ridiculo auto engaño el que se infligen a ellos mismos. 


Mientras se repudiaba la estatua en Belgica del rey Leopoldo II, un confirmado y consumado racista, lo que resultó disparatado fue el atropello hacia la estatua de Julio César hace un par de días en un pueblo de Flandes. El daño fue salvaje y canalla, resentidos anónimos que posiblemente jamás han aportado algo a su comunidad le cercenaron una mano y los dedos a un hombre que con esa misma mano le dio uno de los “timonazos” más importantes a una de las más grandes civilizaciones que ha navegado sobre las aguas de la historia. Después de estas vejaciones posiblemente los adalides de la “justicia” seguirán con los espacios arqueológicos (al mejor estilo del Estado Islámico en Palmira) y con las imágenes religiosas (cual talibanes en Afganistán). En Hispanoamérica tampoco nos hemos salvado del frenesí iconoclasta, en los últimos años las estatuas de Manuel Bequedano y Pedro de Valdivia en Santiago de Chile y la de Francisco Pizarro en Lima han sido objeto de ataques materiales por parte de las turbas; mientras que la de Cristóbal Colon en Buenos Aires fue expulsada de la Plaza de Mayo por parte del gobierno populista de turno.




Imágenes del monumento de Julio Cesar en Bélgica.

Con tales profanaciones al patrimonio es evidente la violencia que trae un movimiento que pretende presentarse ante el mundo con palabras nobles como “equidad”; por un lado tenemos a un sector poblacional desfavorecido que expresa su malestar social de la forma mas visceral posible pero por el otro se trata de integrantes de una clase media, frustrada, inmadura y de pobre formación intelectual acostumbrada a complacer sus antojos mediante berrinches y que ahora tiene la ocurrencia de demoler los cimientos mismos de la historia por puro capricho e ignorancia, este grupo en particular es el mas deleznable y no hay nada loable detrás de las acciones de ambos aunque la prensa venda la idea opuesta. 

Estos bárbaros (incluso este nombre les queda grande) además no buscan construir sobre lo derribado, no hay una propuesta visible de edificar una vez se les haya permitido destrozarlo todo; solo buscan exteriorizar la nada misma que devora sus mentes y sus corazones. Una nada que únicamente es capaz de moverse para alentar un odio fanático (disfrazado de progresista, humanista y tolerante) por la historia, el pasado, la memoria, el arte y en general todo lo que contenga significado. Para estos seres el arte y la historia no merecen respeto, porque a sus ojos ni el arte, ni la historia, ni sus personajes tienen algo de heroico o admirable que rescatar; solamente son capítulos de enormes sistemas de "prejuicio” y "opresión". No pueden verlos como lo que son, expresiones de los procesos y las circunstancias que determinan necesidades y ordenes en la vida humana.





Monumento de Abraham Lincoln en Londres

Toda esta debacle en el terreno social y cultural es causada por el fracaso del sistema educativo tanto a nivel básico-secundario como universitario, producto además de la manipulación que tal sistema sufre a manos de unos espurios elementos internos que han abandonado toda noción de estándar académico y solo están motivados por imponer agendas políticas personales. Ya va siendo hora de que se ponga el ojo en los responsables de este gran problema que anticipo traerá enormes desastres en todos los niveles a las generaciones actuales y venideras. La historia debe ser estudiada con rigor pero también con la consideración de no involucrar los criterios morales actuales o las visiones personales de la realidad, borrar o atacar lo que nos pueda resultar incomodo no traerá ninguna reparación o aprendizaje; por el contrario puede llevarnos a olvidar las atrocidades que han ocurrido numerosas veces en otras épocas, potenciando el peligro de cometerlas de nuevo. Conocer la historia además de tener efectos preventivos hacia el futuro también nos hace ser mas agradecidos con el presente, entender que al menos en occidente por primera vez tenemos una civilización fecunda, favorable y vastamente conectada tecnológica y comercialmente a nivel planetario, la cual a pesar de todos sus graves problemas y vicios (especialmente en Iberoamérica) resulta ser la mejor lograda en términos económicos y materiales si hacemos un comparativo con todas las que la han precedido. Por último nos ayuda a incorporar la valiosa y motivadora idea de que una civilización defectuosa siempre será mejor a no tener ninguna civilización.  

Imágenes tomadas de: 

redstateobserver.com 
voiceofeurope.com
brusselstimes.com 
sott.net

 © Copyright 18 de junio 2020 Diego Villa Caballero, Desde las Hespérides Blog. 


Comentarios

  1. Lograste describir con palabras la "fotografia" de esa triste situacion que estamos viviendo. En lugar de traer propuestas para mejorar el presente y e futuro quedas mas facil atacar el pasado. Es el resultado de nuestro sistema (des)educativo.

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