La discoteca: Los 40 años de Juju

La discoteca: Los 40 años de Juju

Por Diego Villa Caballero


"Only at night time I see you
In darkness I feel you
A bride by my side -- I'm inside many brides
Sometimes I wonder...
What goes on in your mind, always silent and kind 
unlike the others…"

Night Shift - Siouxsie and the Banshees. 
Álbum: Juju (1981)

*Detalle de la portada de Juju

Después de la explosión de colores y sonidos cristalinos que trajo el álbum Kaleidoscope de 1980, la banda creada por dos de los miembros del legendario Contingente Bromely se encontraba en el momento perfecto para moverse hacia el lado más sombrío de la paleta musical. Lanzado en junio de 1981, hace 40 años, Juju es considerado como la obra maestra de la banda Siouxsie and Banshees, un álbum parte aguas en la historia del rock; antes de él es difícil encontrar discos que hayan logrado hacer de las fuerzas de la oscuridad algo tan deleitable como intoxicante. Aquí el cuarteto bucea a profundidad en un terreno de imágenes escabrosas y primordiales que otras bandas de su momento solo habían tocado superficialmente con la excepción de Bauhaus y The Damned. Después de este trabajo la banda no volvería a permitirse hacer de forma deliberada un viaje musical tan siniestro; sin embargo el álbum quedaría fijado para siempre como la piedra angular de la formación de aquella rama del rock que estaría consagrada tanto a los terrores sobrenaturales como a los existenciales, el rock gótico, así como de uno de sus principales subgéneros el darkwave y que experimentarían su apogeo durante la primera mitad de la década los años 90 del siglo XX, proyectando una imagen que impactaría ampliamente al mundo incluso a cantantes de la música popular como Madonna quien en su vídeo Frozen experimentaría con la imaginería sobrenatural más oscura de la literatura decimonónica.  

 

Desde la portada tenemos una visión hierática e insólita que anuncia el contenido de lo que se escuchará; como el zigurat mesopotámico, los antiquísimos megalitos de Stonehenge o la Gran Esfinge, la figura primigenia africana es en sí misma un velo impenetrable. Una imagen única de nuestro pasado más remoto cuyo equivalente discográfico más cercano es posiblemente el imponente mascarón volcánico del álbum Voice of Xtabay (1950) de la soprano peruana Yma Sumac. Todo en Juju es un psicodrama pagano: el enigmático fetiche ritual, la voz de Siouxsie que canaliza a una sacerdotisa lanzando conjuros y profecías, los tambores retumbando en el templo de la mano de Budgie, la guitarra de John Mc Geogh que como ráfaga de viento se arrastra por las superficies cortando todo a su paso y el cavernoso golpe de bajo de Severin que acentúa la solemnidad macabra del conjunto. El disco abre con Spellbound, uno de los éxitos de mayor reconocimiento de Los Banshees, con una melodía de un atractivo rotundo y un ritmo que cala en los huesos (cual sonido fantástico de Hamelín), la canción lanza un hechizo que inmediatamente pone a bailar al incauto oyente y a medida de que la tensión musical se eleva también lo hace el frenesí en la pista de baile. En Into the Light se nos ofrece un destello de luz diáfana y severa que nada tiene que ver con la claridad y la placidez del día sino con la certeza del encuentro que todos tendremos con la muerte; la elaborada percusión tribal de Budgie aporta la dosis perfecta de exotismo y se roba el protagonismo.

 

Imagen tomada de www.discogs.com 

Arabian Knights comienza con una lánguida guitarra que pronto adquiere cualidades hipnóticas en conjunto con un envolvente bajo y una implacable batería de fondo, seguidos por la voz que teje una sorprendente y sutil cacofonía que aumenta el sentido perturbador de la ya bizarra letra de la canción y que solo es la antesala al devastador pero excitante ataque que lanza la banda en conjunto sobre el oyente. Después viene Halloween con un punzante trabalenguas que Siouxsie canta de forma sardónica y delirante. Y Monitor, que pesar del ocasional aullido de sirena desconsolada en las voces de fondo, es tal vez la canción con un sonido menos opresivo (aunque su letra este sumida en una paranoia distópica) y en la que se le da al oyente una bocanada de viento dentro de la opresiva pero fascinante  habitación que es Juju. 

Siouxsie Sioux 1981 (Juju Tour) Pinterest.

A medida de que el álbum trascurre se va volviendo más turbulento y denso, siendo Nightshift la prueba de ello. Siouxsie se pone en la piel de un depredador nocturno, que a primera vista del neófito puede parecer un ente sobrenatural y la tentación de asociarla con Drácula es simplemente irresistible, pero en realidad se trata del asesino serial conocido como “el destripador de Yorkshire”, un sepulturero que en la década de los 70 asesinaba prostitutas en Manchester y en West Yorkshire. El tema es uno de las más extremos y perturbadores dentro de todo el repertorio de la banda; con una letra poética de simbología casi necrofílica que se deleita en los peligros de la noche y una percusión que cae incesante como la lluvia que abre la tormenta, la canción solo puede hacer una cosa, helar la sangre de pies a cabeza. En el séptimo lugar está Sin in my Heart, el repiqueteo pulsante de la guitarra de Mcgeoch revela una interesante aproximación a lo que hubiera sido Joy Division si en lugar de haber contado con Ian Curtis, hubieran tenido a Siouxsie Sioux al comando de las voces. En Head Cut, el grupo transmite de nuevo su fascinación por el terror, esta vez por aquel conectado a objetos malditos. El referente más inmediato sería la evocación de una Salomé del siglo XX, la mortífera cazadora de cabezas por excelencia originaria de La Biblia y aunque esta interpretación no es del todo descartable; la inspiración aquí parece encontrarse mucho más lejos, en el lejano oriente. Siouxsie alguna vez habló del impacto que le generó la película japonesa Onibaba, que cuenta como trama principal a una máscara de demonio que maldice desfigurando el rostro de cualquiera que ose portarla, por lo que esta conexión parece ser un poco más consistente.



La canción de cierre Voodoo Dolly claramente fue pensada para que reflejara con mayor fuerza la cualidad demoníaca que tiene el álbum. La voz de Siouxsie nunca sonaría tan fantasmal, con apenas atisbos de humanidad las reverberaciones infernales de su voz anteceden el estilo de figuras como Diamanda Galás, y nos introduce con sus cantos rítmicos de bruja en un mórbido paisaje dominado por la magia fetichista de tambores tribales y distorsiones de cuerdas que golpean la tierra como relámpagos. Por último, queda demostrado aquí que si alguien es capaz de levantar a los muertos de sus tumbas ese es John McGeoch con su guitarra.


Pocas veces se ha visto al rock estar conquistado con tanto éxito por el fascinante mundo de los espectros, por las regiones más siniestras del espíritu humano y la veneración atávica del ídolo fetichista y de la magia negra como en Juju. En este disco tenemos a un grupo acoplado en perfecta sincronía, trabajando con la precisión de una maquina y el resultado es hipnótico, mágico y exquisito pero también terrible y narcótico; el equivalente sonoro al efecto que producen flores letales como la belladonna o la datura americana.  Por lo que no es sorprendente que sus poderes sobrenaturales le valieran ser incluido en el ya clásico libro 1001 discos que hay que escuchar antes de morir de Robert Dimery. Y no es una exageración cuando digo que se trata de un álbum para disfrutar y repetir hasta rondar los límites de la cordura e incluso de la muerte.

Imagen tomada de la pagina oficial de Facebook Siouxsie & The Banshees

 © Copyright texto de la reseña 8 de junio 2021 Diego Villa Caballero.   

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